La niña de la vela
Volvemos a viajar a la ciudad de Córdoba, para visitar uno de los sitios más misteriosos que esconde esta ciudad.
Se trata del Palacio de Orive, situado en pleno casco histórico muy cerca del Ayuntamiento.
Como pasaba muchas horas fuera de casa, contrató a una señora que haría el papel de madre para la niña. Esta señora se llamaba Diana.
Hubo un día de tormenta en el que por la noche alguien llamó a la puerta del palacio.
El corregidor quedó sorprendido al ver que los que llamaban a la puerta era un grupo de judíos que vestían de manera completamente diferente a ellos. Estos estaban buscando un lugar donde quedarse a pasar la noche y nadie quería cogerles en su hospedería. Por esta razón, Carlos decidió dejarles pasar la noche en el zaguán del Palacio.
Cuando todo el mundo se había retirado a dormir, Blanca, que era muy curiosa bajo a observar a través de la cerradura de la puerta a los invitados.
Poco tardó en darse cuenta de que los judíos se habían puesto a recitar una oración en un idioma muy extraño que ella jamás había escuchado. En medio de la habitación había una gran vela encendida y los hombres rezaban alrededor de la misma, cuidando que no se apagara.
De repente, el suelo comenzó a temblar y Blanca pudo ver como se abría a los pies de aquellos hombres, mostrando una gran escalera de mármol que descendía a un lugar que ella no conocía.
De la escalera salía un chico muy apuesto, cargado con dos cofres repletos de riquezas. Sin embargo, al depositarlas en el suelo, los judíos le obligaron a volver a bajar y apagaron la vela. Al apagarse, aquella escalera y el gran agujero, desaparecieron.
Al día siguiente, cuando los judíos se habían marchado, Blanca le contó a Diana todo lo que había visto, pero esta no le creía ya que el suelo estaba intacto. Sólo pudieron ver restos de cera de la vela que habían utilizado. Así fue como se les ocurrió la idea de unir esos trozos de cera e intentar repetir el rezo para comprobar si se volvía a abrir el suelo, y así lo hicieron.
El suelo se abrió y Blanca desesperada corrió a buscar al chico y las riquezas, pero la vela era muy pequeña así que Diana no tardó en decirle que no se alejara más porque no le daría tiempo a subir.
Blanca hizo caso omiso a las advertencias de Diana y cuando quiso subir, la vela se apagó, dejándola allí encerrada para siempre.
Desde entonces se dice que por la noche, se siguen escuchando los gritos y llantos de Blanca, así como ver la tenue luz de una vela.
Madre mia!!!! Q historia!!! No la conocía. Me enanta
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